El niño apenas nace está alimentando su cerebro de forma incalculable. No es extraño ver las caras de sorpresas y los halagos de su familia con cada cosa que le ven hacer, “genial” y los epítetos que todo niño recibe de “inteligente”, “brillante”, “adelantado”, etc. Cuando el niño se comunica con el adulto, el adulto debe responderle a su intento de comunicación, a sus gestos, a su sonrisa. El cerebro de un niño se nutre de estímulos, con millones de neuronas, forma redes complejas que se fortalecen con el uso y se debilitan si no se usan.
El cerebro humano se estimula desde que se es bebé. Ya viene con millones de neuronas y se seguirá repoblando. Se calcula que al nacer ya se tiene 100 mil millones de neuronas por aparecer, ese número es el mismo que encontramos en la Vía Láctea, donde habitamos, hay 3 mil millones de estrellas. Las neuronas se conectan entre ellas formando redes interminables. Ese alambrado -como madejas de hilos de tejer- rinde cuentas si se usa, y se pierde si no se usa. Hacia los 25-30 años de edad, está por terminar su madurez, explica el doctor Pedro Vargas, Neonatólogo Pediatra del Hospital Paitilla.
Estimulación temprana
El lenguaje debe ser natural y bien gesticulado, pero debe ser claro y con un tono alto, sílaba a sílaba, frase con frase, agradable, dulce, amoroso. No se habla como bebé o no se silencia uno “porque el niño no entiende”. Falso. Todo lo contrario. Hay que hablarle todo el día aunque el vecino crea que uno está loco. Tiene que ser así porque el área del cerebro que controla el lenguaje está esperando nutrirse de sonidos y palabras y relacionar los gestos con ellas. La lectura de cuentos cortos con palabras sencillas o cantar melodías agradables debe comenzar desde muy temprano en esta etapa de la comunicación, cuando aunque no lo creamos, el niño está adquiriendo vocabulario, estilo, forma, y lengua.
El juego es otra forma eficaz de estimular el cerebro del niño. Los juegos con las manos, primero. Esté atento a lo que hace y responda al niño, cuando levanta la voz, cuando señala algo, cuando se dirige hacia un lugar. Toda esta actividad es de singular importancia para que se establezca
interactividad y se aprenda a compartir.
¡Cuidado con la tecnología!
Es importante no olvidar que el niño quiere imágenes tridimensionales, no planas como las que ofrece una pantalla de televisión, de una tableta o de un teléfono celular. Ya más adelante hágale una biblioteca de libros para jugar y para colorear y aprender. “No queremos la Enciclopedia Británica, ni el Quijote de la Mancha, pero por qué no, iniciar lecturas primeras que luego serán el estímulo para explorar otros textos”, detalla el Vargas.
A todo esto se le agrega en el cuidado diario, el estímulo táctil y amoroso que le alerta su sensorio en toda esa geografía que es su piel, lo que sus ojos alcanzan y lo que sus oídos escuchan de lejos. Aproveche el baño de la limpieza diaria para darle masaje confortante, pero no espere solo la hora del baño para tocarlo amorosamente. Él o ella deben sentirse y darse cuenta que son atendidos y de esa forma atienda su llanto sin angustias ni ansiedades sino para encontrar la razón por la cual él o ella la llaman. Su atención pronta y amorosa es el mejor bálsamo para crear seguridad en su niño. Igual cuando sea la hora de alimentarlo.
Estimulación con la lactancia y alimentación
Desde el pecho materno, donde tiene la oportunidad de pegar su piel con la de su bebé hasta cuando inicia los alimentos sólidos que Ud. le ofrece con cariño, paciencia y ciencia. No se trata de abandonarlo o abandonarla con el plato de comida servido para que a los 4 o 6 meses de edad de coma lo que encuentra en el plato servido. No, esa no es la forma de alimentar a su bebé, esa forma es usual para alimentar al gato o al perro de la casa, que se valen por sí mismos desde muy temprano. El ser humano necesita más apoyo y más compañía. Eso es buena crianza, eso no malcría.
Como principales recomendaciones, es importante que desde la hora de jugar o de dormir, desde el momento del baño o de la alimentación, son los momentos donde la oportunidad de estímulo para compartir con su niño de forma amorosa e inteligente, con empatía, para nutrir su cerebro de palabras, de gestos, de caricias, de formas de protegerla y alimentarla para que crezca bien. No se imponga un manual de ejercicios ni un listado de lecciones. Sea natural y permítele a su bebé divertirse mientras aprende.